martes, 17 de diciembre de 2013

Calles de barrio


 Calles de barrio

Fue todo tranquilo, se escuchaban las pisadas de los cuatro correr por la vereda, bajar a la calle, mis manos se agarraron de un alambre tejido y saltamos, el alambre se movía, el apuro por escapar superaba cualquier posibilidad de evaluar riesgos. en la esquina, Mariano hizo el gesto de detenernos, todos en el apuro lo hicimos, no escuchábamos nada, no había persecutores. la calle se volvía polvorienta con el ripio aplastado por los autos, ahí se adueñaban nuestros pies del terreno, eramos roqueros, una banda de metal demostrando lo peligrosos que éramos, una gavilla de ganster, matones de medio pelo arrastrando los muertos y dejando tras de sí, eso, crímenes, prontuarios, policías ofuscados. En la calle eramos todo, aún si nos agarraba el vecino al que le rompimos los vidrios con las gomeras. Se lo merecía, nunca devolvía las pelotas, su perro parecía entrenado, apenas caían en su patio desde la plazita, las masticaba. La felicidad nos envolvía, aún al ver el gesto de odio y duda del vecino, preguntándose si fuimos nosotros realmente.
Mariano tenía alma de lider, nosotros lo dejábamos, había veces, la mayoría que traía buenas propuestas. Aquella noche junto al fuego, mientras jugábamos con las chispas que caían en los pastos secos del baldío, sacó el papel y dijo: -Esto es en diez días y tenemos que hacerlo.

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